Más que un alimento, una tradición que sigue viva
Hay cosas que no deberían cambiar. Y el queso manchego es una de ellas. En La Casica Villegas creemos que el mejor queso no nace de grandes industrias ni de procesos rápidos, sino del respeto a los tiempos y de la pasión por hacer las cosas bien. Así es como entendemos la elaboración de queso: un proceso vivo, donde cada paso cuenta y donde el sabor es el reflejo de nuestra tierra.
La leche: el origen de todo buen queso manchego
Todo comienza con la leche, el corazón de cualquier queso de verdad. En nuestro caso, utilizamos leche de oveja manchega, cruda y fresca, procedente de ganaderos locales que comparten nuestra filosofía. Cada mañana recibimos una leche que aún conserva el aroma de los campos donde pastan nuestras ovejas.
Este primer paso es clave en la elaboración de queso: la calidad de la leche determina el carácter del producto final. Por eso, cuidamos cada detalle, desde la alimentación del ganado hasta el transporte de la leche a la quesería.
El cuajado: donde comienza la magia
Una vez tenemos la leche lista, llega el momento de transformarla. En este paso, añadimos fermentos naturales y cuajo, cuidando la temperatura para que el cuajado sea suave, lento y respetuoso. No hay prisas. Es el primer paso real de la elaboración de queso manchego, donde la leche comienza a convertirse en algo mucho más que leche.
Mientras otras fábricas aceleran los procesos, nosotros seguimos vigilando cada grado de temperatura y cada minuto. Porque aquí, el tiempo es un ingrediente más.
Corte y desuerado: manos que conocen el oficio
Cuando la cuajada está lista, es momento de cortarla. Lo hacemos con mucho cuidado, con herramientas sencillas y con la experiencia que solo dan los años. Cada corte permite que el suero se separe correctamente de la cuajada, dejando la textura perfecta para seguir adelante.
El desuerado es otro paso clave en la elaboración de queso. Aquí no hay lugar para atajos: trabajamos con delicadeza para que el queso conserve toda su esencia.
Moldeado y prensado: el queso toma forma
A continuación, pasamos al moldeado y prensado. Cada pieza se coloca en su molde de forma manual, asegurándonos de que no pierda su textura ni su carácter. El prensado ayuda a que el queso adquiera su forma definitiva, expulsando el exceso de suero sin perder el alma del producto.
Este paso refleja a la perfección nuestro enfoque artesanal. Porque la elaboración de queso manchego no es una cadena de montaje; es un trabajo hecho pieza a pieza, como se ha hecho siempre.
Salado: buscando el equilibrio justo
El siguiente paso es el salado, que realizamos mediante un baño en salmuera natural. No buscamos ocultar sabores ni saturar el paladar, sino realzar los matices que la leche y el tiempo nos regalan.
La elaboración de queso artesanal encuentra aquí su equilibrio: el punto justo de sal que respeta el producto y potencia su carácter manchego.
Maduración: cuando el tiempo y el silencio hacen su trabajo
Finalmente, los quesos pasan a nuestra bodega, donde el silencio y el tiempo terminan de hacer su magia. Durante semanas, incluso meses, cada pieza es vigilada, girada y cuidada con esmero. La humedad y la temperatura se controlan de manera artesanal, sin automatismos que rompan el equilibrio natural.
Este es el momento más silencioso pero más importante en la elaboración de queso. Aquí es donde el manchego desarrolla su corteza, su aroma y su sabor tan característico.
Elaboración de queso con alma manchega
En La Casica Villegas no entendemos la elaboración de queso como una simple receta. Es una forma de cuidar la historia, de respetar el legado de generaciones que han hecho del queso manchego un emblema de nuestra tierra.
Cada pieza que elaboramos tiene un trocito de nuestra historia, de nuestras manos y de nuestro compromiso. Porque cuando uno respeta el pasado, el futuro sabe mejor.
Tradición e innovación: equilibrio natural
Aunque nuestros procesos son artesanales, también nos apoyamos en pequeñas innovaciones que nos permiten cuidar mejor el producto sin alterar su esencia. Hablamos de controles de calidad más precisos, de mejoras en la higiene del proceso o en la trazabilidad de la leche. Herramientas que suman, pero nunca sustituyen a las manos expertas.
La elaboración de queso artesano evoluciona con los tiempos, pero nunca pierde su alma. Y eso es lo que nos motiva cada día.
El final del viaje: un queso que sabe a verdad
Cuando finalmente cortas una porción de nuestro manchego y lo pruebas, entiendes que la elaboración de queso es mucho más que un proceso técnico. Es un viaje de sabores, de tiempos, de manos que cuidan cada detalle.
Eso es lo que hacemos cada día en nuestra fábrica: mantener vivo un sabor que nos conecta con la tierra y con quienes disfrutan de un buen queso, de esos que ya casi no se encuentran.
Porque hacer las cosas bien sigue teniendo sentido.